Una toma de rehenes en un vivero de Rafael Calzada dejó un saldo trágico con la muerte del dueño del establecimiento, Vicente Oscar Gramuglia, de 67 años, así como también la de otra persona.

El episodio todavía no fue esclarecido del todo pero la policía detuvo a uno de los tres delincuentes que entraron a robar en el vivero "Las acacias" este martes a la mañana, cuando Vicente estaba en el fondo de la propiedad y su mujer, Gladys Rodas, se encontraba en la vivienda de la pareja, que está ubicada sobre el local.

"Eran tres, dos se escaparon. Mi mamá le pidió ir al baño, lo trataba de calmar, y cuando la dejó ir se encerró. Llamó al 911 pero no la atendían, entonces me llamó a mí, me dijo que mi papá estaba muerto, que lo habían matado", relató Greta Gramuglia, la hija de Vicente, al diario Clarín.

"Llamé yo al 911 y como seguían sin venir me fui a la comisaría. Llegamos con la Policía y lograron sacar a mi mamá y a la empleada que la ayuda en la casa", explicó la mujer, que es abogada.

Los Gramuglia sostienen que los ladrones entraron a su propiedad "por la terraza de un vecino" incentivados por lo que podrían haber escuchado de boca de un amigo de la familia, que además era empleado del vivero y vivía en una casa en el fondo del terreno, por lo que estaba presente al momento del episodio.

De hecho, ese amigo de la familia fue la segunda víctima asesinada por los ladrones.

"Hace más de 15 años que él vivía en la casa, mi papá le prestaba el lugar, él lo ayudaba con el vivero, era un amigo de la familia. Lo que me suena verosímil es que lo hayan escuchado hablando de algo o que haya contado algo que terminó en que ahí había plata", convino Greta.

Los tres delincuentes entraron a la propiedad a las 11.30 de este martes, cuando Vicente "le había ido a dar de comer" a un tío de Greta, que es discapacitado y "vive en una propiedad trasera".

"Como tardaba tanto mi mamá fue a buscarlo. Cuando llegó a un pasillo que conecta con la casa se encontró con uno de los ladrones que le dio una puñalada en el cuello. Gracias a Dios no le hizo nada", relató la mujer.

En cuanto pudo, Gladys se encerró en un baño para tratar de llamar a la policía pero al no conseguir asistencia de la fuerza de seguridad recurrió a su hija.

Gladys, de 77 años, se encuentra fuera de peligro y pudo dar su testimonio: los ladrones le pidieron "toda la plata" y le confirmaron que la habían "vendido".

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