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Espectáculo

Tristán, en su peor momento de salud

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Horas complejas y tristes para el legendario actor Tristán, quien se encuentra internado desde hace ya varios meses en un geriátrico de la ciudad de Córdoba, luego de pasar por un centro de rehabilitación que se ocupó de su atención debido a un accidente doméstico que le generó fractura de cadera y por lo que debió ser operado de manera urgente. El intérprete de 83 años, de gran tránsito por el teatro, el cine y la televisión nacionales, se encuentra inmovilizado y adolece, por otra parte, de sensibles problemas neurológicos que le hicieron perder recuerdos hasta de nombres y hechos en relación con su círculo familiar más cercano. Todo esto, agravado con el riesgo pandémico del coronavirus.




La descendencia de Tristán Díaz Ocampo (tal su nombre completo) es la siguiente: Federico, cantante y actor, con domicilio en Buenos Aires; Victoria, de profesión médica y radicada en la ciudad de Córdoba y que se ocupa de toda la atención del artista; Mariano, quién se encuentra viviendo en Perú (fruto de otra relación del artista) y su hijo adoptivo, Hernán. Pero las dificultades del popular bufo de la revista porteña se dieron, de manera sistemática, precisamente, en ocasión de llevar a cabo su última temporada teatral, situación que se plasmó en mayo del año pasado, en la localidad de Termas de Río Hondo, ciudad de Santiago del Estero. Con la producción de Sergio Maselli (hijo del emblemático productor televisivo Toto Maselli) se realizó el espectáculo “Que viva la revista”, donde compartía elenco, entre otras figuras, con Adriana Aguirre.


Tristán ya tenía, por ese entonces, problemas motores para desplazarse; Maselli lo ayudaba siempre a trasladarse desde el hotel hasta el teatro y, para colmo de males, este cuadro de situación se agudizaba aún más cuando se encontraba en el escenario. Allí hacía dos monólogos puntualmente: “El catedrático” y “El boxeador”; pero frecuentemente se olvidaba de la letra o perdía el conocimiento real del lugar donde se encontraba, lo que generaba que su hijo Federico saliera a escena e interpretara, guitarra en mano, un par de temas. Varios componentes del grupo pensaron que el actor podría estar sufriendo un agravamiento del mal de Alzheimer. Más allá de estas dificultades, Tristán cumplió con cada una de las funciones de esa temporada de invierno, lo que demostró su enorme responsabilidad profesional. Sin embargo, el público manifestaba, al final de la función, muchas veces, cierta disconformidad por esta circunstancia totalmente involuntaria del actor.

Fuente: Diario Panorama
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