El 2 de agosto de 2019, Chantelle, una niña de cinco años, desapareció de su casa en Puerto Elizabeth (Sudáfrica). "La dejé con una amiga porque estaba enferma", explicó su madre, Veronique Makwena, de 23 años, que había aprovechado para ir a comprar comida.

"Cuando llegamos a casa de la tienda, mi hija no estaba allí. Buscamos por todas partes, pero al caer la noche paramos la búsqueda". Al día siguiente, el cuerpo de la niña fue encontrado sin vida cubierto de sangre y abandonado en el asiento de un inodoro cerca de su casa.

Las autoridades sudafricanas iniciaron una investigación y un hombre, cercano a la familia, se convirtió en el principal sospechoso. Fue señalado por Makwena como responsable del crimen pero, tras un interrogatorio, las autoridades lo dejaron en libertad por falta de pruebas. A pesar de esto, la policía tomó muestras de ADN del hombre para compararlas con otras encontradas en la escena del crimen.

Un mes después del asesinato de la menor, Makwena, indignada con la falta de respuestas y avances de las autoridades, decidió localizar al hombre al que acusó de secuestrar, violar y matar a su hija y, con la ayuda de su cuñada y una amiga, le cortó el pene.

Las tres mujeres fueron detenidas el pasado mes de septiembre y permanecieron detenidas durante dos semanas. El miércoles 20 de noviembre, tanto Makwena como las otras dos mujeres comparecieron ante el Tribunal de Primera Instancia de Puerto Elizabeth.

Las tres fueron acusadas de intento de asesinato en un caso que rápidamente comenzó a dar la vuelta al mundo y que se pospuso hasta el 6 de febrero de 2020 para llevar a cabo una investigación más a fondo.