
En una nueva y polémica vuelta de tuerca, Gran Hermano planteó un desafío extremo que dejó atónitos a los jugadores y al público: atarse físicamente durante 24 horas para conseguir un atado de cigarrillos. La propuesta, anunciada por Santiago del Moro, fue bautizada como “El Atado” y busca poner a prueba tanto la convivencia como las estrategias de supervivencia dentro de la casa.
La dinámica fue clara: quienes desearan obtener cigarrillos debían atarse entre sí durante un día completo, compartiendo todas las actividades cotidianas: dormir, ir al baño, comer y hasta bañarse. Aunque había siete cupos disponibles para sumarse, solo dos participantes aceptaron el reto: Eugenia, reconocida fumadora, y Selva, quien no fuma pero ve en este acto una oportunidad de obtener poder de negociación dentro del juego.
“Es una locura, pero lo voy a hacer”, expresó Selva minutos antes de quedar unida a Eugenia. La declaración resumió el impacto de la escena, que fue seguida por el silencio tenso del resto de los jugadores, sorprendidos por el sacrificio de quien no tiene adicción al tabaco, pero sí hambre de juego.
Selva dejó en claro que su participación no es por necesidad, sino por estrategia. Planea usar ese atado como moneda de cambio, consciente de lo valioso que puede ser el cigarrillo en un contexto tan limitado como el del encierro. Mientras tanto, Eugenia lo hace por deseo propio: necesita ese paquete para continuar fumando.
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No todos recibieron bien la iniciativa. Katya, una de las más afectadas por la escasez de cigarrillos, fue tajante: “No, con Selva ni en pedo, porque es muy intensa”, declaró, dejando en evidencia las tensiones previas que influyen en la decisión de no participar. Por su parte, Sandra, otra fumadora, anunció que ayudará a “La Tana” con cigarrillos, dejando al descubierto alianzas y viejos rencores: “Yo a ella no la voy a dejar sin puchos, aunque ella a mí sí me lo hizo una vez”, dijo entre risas.
Este desafío no solo resalta la dependencia de algunos jugadores hacia la nicotina, sino también el uso emocional y estratégico de los objetos más simples, en este caso, un atado de cigarrillos. Como muchas veces en Gran Hermano, lo que parece banal revela las tensiones humanas más profundas: deseo, poder, dependencia y traición.